Tal vez mis dos hermanos mayores hubieran perdido la cabeza por una mujer, pero eso nunca me pasaría a mí.
Nunca había creído en las almas gemelas, el amor romántico ni el felices para siempre.
Lo único que una mujer había querido siempre de mí eran el apellido Montgomery y los miles de millones de dólares y lujos que lo acompañaban.
Los hechos me habían sido demostrados una y otra vez hasta que conocí a Victoria Durand, Torie, la hermana pequeña de mi mejor amigo y la única mujer a quien no le impresionaban mi riqueza ni mi apellido.
Torie podría necesitar más de lo que yo era capaz de dar, pero me resultaba literalmente imposible darle la espalda a la mirada turbada en sus ojos.
Tendría que dejar que pusiera mi mundo patas arriba o alejarme.
Resulta que yo no soy ese imbécil que puede darle la espalda a una mujer que necesita ayuda.
Pero ¿qué pasará cuando ella entienda que es perfectamente capaz de volver a valerse por sí misma y yo no quiera que se marche?
Publicar un comentario
Publicar un comentario