Escogí al hombre equivocado y, durante diecisiete años, pagué con lágrimas, sangre y sueños rotos por esa decisión.
Ahora, hay un hombre en mi casa, apuntando una pistola a mi cabeza por orden de mi ex marido, dada desde su celda en la prisión.
¿Ese terco soldado que estuve demasiado asustada para elegir? Ahora es una pared de músculo de uno noventa que trabaja en la mejor agencia de guardaespaldas del país. Siempre lo he querido, pero ahora, nunca lo he necesitado más.
Es la llamada que me aterroriza hacer.
Estoy segura de que todavía me odia... a pesar de que nunca he dejado de amarlo.
Mil gracias a SB!
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