Rachel Riordan no es una abogada. Ni siquiera de televisión. Ella es una secretaria, y no es muy buena en eso. Pero cuando el multimillonario Grant Hemming, presidente de Hemming Industries, le pide que revise un
contrato, hace lo que le dicen. Ya que, además de firmar sus cheques de pago, es un superhombre.
Entre la lectura de las cláusulas y compartir besos, varias cosas salen a la luz:
Ella es una bruja (Resulta que son odiadas por los hombres lobo).
El es un hombre lobo (Recuerda, ellos odian a las brujas.)
Ellos son compañeros. (Hablando de incómodo.)
Y, oh, los vampiros los quieren a ambos muertos
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