Mi joven pasante, Isobel, quiere desesperadamente perder su virginidad. Ella es demasiado joven para mí. No voy a dejar que eso me detenga. Planeo enseñarle a la chica cómo complacerme, y si ella es obediente, si sigue todas mis instrucciones, la recompensaré al final de la semana.
¿Cómo?
Al reclamar su inocencia.
¿Su primera tarea? Para ir a trabajar con falda, una corta. Le explico mis estrictas demandas y disfruto verla ruborizarse dulcemente.
Con cada tarea, siento que mi autocontrol se desvanece. Isobel es inocente. Sin tocar. Y, sin embargo, me encuentro cayendo cada vez más bajo su hechizo. A medida que se acerca el último día, me consume una necesidad salvaje.
Una cosa es segura.
Quiero más que su dulce inocencia ...
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